Coordinado por el Ministerio de Desarrollo Humano, el lugar brinda la posibilidad de aprender sobre la producción de alimentos saludables a las mujeres que se alojan allí, en muchas ocasiones junto a sus hijos e hijas.
El espacio es cuidado diariamente por las personas que conviven en el refugio, junto a las operadoras del lugar y resulta, también, una forma terapéutica y de aprendizaje, que brinda múltiples herramientas para su bienestar.
En ese marco y previo a su puesta en marcha, se desarrollaron seis instancias de capacitación, en coordinación con INTA, y la destacable labor de las operadoras del refugio, que armaron, desde cero, el microtúnel.
“La idea es acompañar a las personas que están en una situación de violencia para que puedan salir de la realidad que vienen viviendo y ofrecer una perspectiva distinta, acompañar un proceso, que tengan contacto con la tierra y puedan conocer cómo se cultivan los alimentos”, destacó Amanda Almirón, subsecretaria de Atención Integral a las Personas Víctimas de Violencia por Razones de Género.
Por su parte, la responsable del área en la ciudad andina, Lorena Sagaut, expresó que “nos pareció de suma importancia esta articulación, ya que pudimos contar con el aprendizaje, capacitación y formación en cuanto a lo que es un invernadero”.
“Tomamos en cuenta la necesidad que tiene la gente, no solo de cubrir la canasta familiar, sino también sumar alimentos nutritivos a su dieta diaria, agregando también un acompañamiento desde la salud”, añadió.