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“Nos tiene que interpelar seguir creando cultura de la memoria”

El ciclo Somos presenta a Ricardo Ramos, docente e investigador de El Bolsón, autor del libro “Los espejos del Rocazo”. Una charla sobre las motivaciones y la significación de analizar sucesos históricos regionales como el levantamiento popular de 1972 que recupera en el trabajo premiado por el FER en 2024 y publicado en abril pasado.

Fecha: 5 de junio de 2025
Ricardo Ramos, profesor de historia e investigador de El BolsónCrédito: Gentileza de Ricardo Ramos

Por Sebastián Carapezza

El libro que tengo en mis manos aún late. Salido de imprenta hace pocas semanas, todavía conserva olor a tinta y el calor de algo recién parido. Y aquí me encuentro, después de leer sus 67 páginas de un tirón, en la inútil tarea de comprimir la obra en pocas palabras… como si fuera algo que se pueda cuantificar. ¿Existe un instrumento de medición para calcular la envergadura de un hecho político? ¿Cómo se miden las manifestaciones sociales? ¿Cuánto significa un acontecimiento popular para la vida de sus protagonistas? Lo que sí es cierto es que nombrar es dar identidad a un hecho que históricamente está aquí para interpelarnos.
Alguna vez me dijeron que las preguntas sencillas son las más difíciles de responder. Idea que se confirma cuando le pregunto a Ricardo Ramos cómo definiría a El Bolsón, lugar que lo aloja desde hace más de dos décadas. Lanza una mirada al techo, una serie de suspiros, alguna onomatopeya y una oración que no llega a nacer bimembre presagia lo que vendrá: “es un pueblo grande donde confluyen muchas ideas; es complejo…”. Le propongo que lo piense y. si surge una respuesta. la envíe luego. (Como mínimo me resulta rara la dificultad para definir el lugar donde uno vive -y la imagen de mi terapeuta me resulta ineludible).
Ricardo Ramos se graduó como profesor de Historia en el IFDC de El Bolsón, lugar donde también desarrolla sus actividades de docencia. Participó en congresos nacionales e internacionales referidos al ámbito de las Ciencias Sociales, publicó artículos de investigación regional y educación. Y aún sigue aprendiendo del pretérito de la cordillera y sus habitantes.

- ¿Cuándo te cruzaste con la historia y la política? ¿Cómo armarías tu biografía laboral y de militancia?

-Mi adolescencia transcurrió en Fiske Menuco (General Roca) y después anduve por muchos lugares de la Patagonia como San Martín de los Andes y Tierra del Fuego. A partir de esas trayectorias me comencé a involucrar y a hacerme más preguntas en términos sociales… hasta llegar a El Bolsón, donde ya me instalé. Aquí tuve la oportunidad de ingresar en el Profesorado de Historia en 2013, inicié una militancia más político partidaria y logré más roce con la realidad social.
Cuando terminé la carrera empecé a pensar y escribir sobre varios procesos históricos de la Patagonia, y a publicar algunas cuestiones relativas a las Ciencias Sociales y los vínculos inconexos entre el puerto de Buenos Aires y esta región. Por ese entonces ingresé en el Instituto de Formación Docente a dictar la materia “Historia regional de la Patagonia”, y todo este recorrido me permitió un anclaje político y social vinculado al estudio de la región.
Mi familia en general nunca estuvo ligada a la política ni a los movimientos sociales, entonces este proceso en particular que significó el Rocazo no lo tenía en el radar, hasta años después cuando comencé a militar y tener más vinculaciones políticas. En la escuela secundaria tampoco tuve una formación política que me permitiera anclar este proceso histórico que desconocí totalmente hasta mi vida adulta. Sin dudas que ahí hay un trabajo pendiente de memoria, porque existen muchos de esos casos. Por eso creo que este libro tiende a generar lazos de una historia permitiendo hacer relecturas desde el presente. A partir de esos marcos puede llegar a rodar el hecho en sí y también puede estimular a esas adolescencias que no están comprometidas con la realidad social.

- ¿Qué importancia le atribuís a la investigación en las Ciencias Sociales en la coyuntura actual?

- A mi criterio hay tensiones muy fuertes a trabajar porque las investigaciones en Ciencias Sociales terminan siendo destinadas a un público muy específico; su alcance solamente incumbe al ámbito de los mismos investigadores… Entonces necesitamos saber para qué las realizamos, para quiénes y cómo operan, ya que muchas veces se difunden sólo para ese ámbito. No obstante hay otras de carácter de divulgación que dan lugar a articulaciones con las escuelas, la ciudadanía o para un público más amplio que el de una revista científica que solo leen nuestros propios colegas.
Por otro lado, creo que muchas de las investigaciones que comenzaron sobre todo en la última década, son fragmentadas y eso permitió el aislamiento de los proyectos que terminan siendo muy micro, justamente para un núcleo reducido. Por eso creo que existe otra tensión al pensar cómo divulgamos nuestro trabajo.
La tercera cuestión que observo es el “porteñocentrismo”: el contar todas las historias parados desde el puerto de Buenos Aires. Son muchos los relatos y acontecimientos que se ven subsumidos a esa mirada de la metrópoli. Un ejemplo puede ser el Cordobazo o el Rosariazo y muchas pobladas patagónicas que no se estudian en las escuelas, justamente porque son vedadas por una bibliografía central que dejó relegada a la historia de esta región. En definitiva son un montón de historias que no son relatadas en primera persona por sus protagonistas, no están en manos de sus propios actores.
Eso se observa también en relación a los pueblos originarios, a los que posicionan siempre en un lugar de oprimidos, omitiendo las autonomías que tenían, o las dinámicas culturales y sociales que llevaban. Cuando se cuenta la historia desde el Estado argentino, se los deja subsumidos a ese avance que tiene su propia dinámica.

- ¿Qué te sedujo de investigar sobre el Rocazo, acontecimiento que sucedió hace ya 53 años?

- En el 2011 vi un documental sobre el Cipolletazo en el que nombraban al Rocazo, y quedó en mi memoria. Cuando me recibí de profesor de historia, se cumplieron los 50 años de ese suceso y el poder político de General Roca hizo una conmemoración. Entonces recordé aquel video que había visto hace años atrás y comencé a preguntarme por qué habiendo nacido allí no me había enterado de tales acontecimientos sociales. Entendí que esa historia ameritaba ser contada para un público masivo y pensé que tenía que escribir o al menos indagar sobre el tema… Ahí me sorprendió ver que no había mucha bibliografía al respecto. 
Por otro lado charlé mucho con mi padre, quien fue protagonista de estos acontecimientos a sus 12 años. Mi viejo proviene de un sector bastante marginal de esa ciudad, de la periferia urbana y me relataba la experiencia de cuando iban en los trenes a esas manifestaciones populares. Comencé a interesarme en cómo los sectores populares participaron de una lucha que en apariencia les era ajena. Entonces me puse a trabajar sobre esos dos ejes: reflotar una historia que no se cuenta y analizar el apoyo de un sector popular a aquella manifestación que en apariencia no les pertenecía.
El proceso de investigación no fue largo, pero sí muy intenso. Tenía algunas ideas para empezar a escribir, pero lo que logró convencerme fue tomar contacto con Alejandro Carnevale, del diario Río Negro, quien me facilitó el material del Rocazo que tenían en el archivo de imágenes. Cuando miré las fotos confirmé que algo había que hacer con esa historia.
Sin dudas creo que fue un suceso histórico porque si bien hubo muchas puebladas en la Patagonia, aquí los vecinos y vecinas se convocaron en una asamblea popular y tomaron el poder municipal. Además emitieron comunicados a la población, algo que me parece inédito sobre todo si entendemos el contexto que se vivía. Eso otorga impulso a la valentía de sus manifestantes que mantuvieron la gesta durante varios días o semanas que fueron muy intensas y que podían implicar perder la vida. Sus protagonistas no se escondieron, sino que participaron de asambleas y armaron un acto por el 9 de Julio, lo que también habla de su determinación de luchar por lo que les pertenecía,  por mantenerse de pie. Eso es lo inédito y el acontecimiento a rescatar.

PONER A RODAR LA HISTORIA

Ricardo Ramos pone en práctica un recurso antiguo y siempre novedoso de la metáfora de los espejos, que inmortaliza Jorge Luís Borges en sus cuentos. Así como los espejos son reflexión de la realidad, reflejan, muestran, también ocultan, deforman e informan. Con los fenómenos sociales pasa algo similar, muestran la esencia y al mismo tiempo la ocultan”, acierta en el prólogo Roberto Balmaceda.
Este escrito tiene dos capítulos bien definidos: en el primero se usan diversas fuentes para pensar, desde nuestro presente, el fenómeno del Rocazo; el segundo da cuenta con detalle de los acontecimientos ocurridos. Ambos ejes se trazan y desarrollan en profundidad. Sin embargo la decisión del autor es que el libro pueda llegar al público en general, justamente porque apuesta a la construcción de la memoria colectiva en torno a la historia de nuestra región. Por eso, esquiva el lenguaje académico, y juega permanentemente con el diálogo de la imagen y el texto permitiendo una lectura llevadera, dinámica.

- Tu pluma abarca el género investigación ¿Alguna receta, GPS, manual de instrucciones para los que recién comienzan en el oficio?

- Lo que primero les diría es que sigan el deseo de indagar, conocer más acerca del tema que se trata de investigar. No sé si realmente hay recetas, lo que tengo claro es que demanda mucha sensibilidad, lectura y sobre todo escucha. Es que si estamos trabajando con historias recientes, escuchar lo que nos están diciendo es crucial.
Esa cuestión -que creo que sirve mucho, aunque no la lleve siempre a la práctica-, es algo que me inculcó Carlos Masotta -antropólogo visual que es, sin dudas, uno de mis referentes-. Me dijo que si estaba interesado en investigar sobre la historia, tenía que aprender a escuchar más que a opinar, porque la escucha permite pensar otras aristas, y a veces los investigadores presuponemos erróneamente lo que nos va a decir la otra persona.
Entonces más allá de que puedas leer un montón, lo que hay que saber es escuchar lo que verdaderamente te quieren transmitir. Eso es lo que aconsejaría a los que recién comienzan a investigar porque sin dudas que lo vincular opera un montón, sobre todo en las Ciencias Sociales donde la escucha otorga un marco para reflexionar y seguir.

- ¿Cómo fue tu experiencia de haber editado en el FER? ¿Qué significancia creés que tiene su existencia en términos socioculturales ?

- Cuando salió la convocatoria no pensaba presentarme porque tenía pendientes algunas cuestiones, pero lo hice. Estaba muy interesado en la devolución, nunca imaginé que iba a ser seleccionado. La escritura la realicé muy rápido, en unos seis meses, pero la investigación tardó el doble porque hacer todo a la distancia fue muy difícil: le pedí a amigos y conocidos que saquen fotos en tal lado o indaguen determinados temas, por ejemplo. Creo que hay muchas cuestiones en la compilación que tienen que ver con lo vincular. Una persona que sin dudas me ayudó mucho fue Tony Balmaceda, que escribió el prólogo y me facilitó mucha data que ayudó a tener más claridad sobre argumentos que se iban enredando.
Creo que en esta coyuntura de ajuste atroz, con un contexto económico y socialmente adverso, el FER tiene un rol muy importante en términos culturales. Poner a rodar la historia de la memoria en estos tiempos complejos, sobre todo en papel, parece ir a contrapelo de la cultura digital y es un desafío que nos tiene que interpelar. Crear cultura de la memoria se vuelve muy complejo y me parece que en los marcos mencionados, el FER aparece como una organización provincial muy potente.
Por otro lado, ocupa un lugar muy importante que tiene que ver con arengar el entusiasmo de los rionegrinos a participar en sus actividades y convocatorias… Yo nunca hubiera podido publicar este libro sin su aporte, por ejemplo. Y a partir de eso comenzó una rueda que hace girar un montón de otras cosas. Esta misma entrevista o la presentación de la obra no serían posibles si el FER no publicara a autores de su provincia. Por eso significa un movimiento cultural muy importante en estos momentos de fluidez, donde todo pasa muy rápido y parece líquido.

- ¿Cómo vas a difundir esta obra?

- El libro salió hace apenas unas semanas de imprenta y se presentó en forma oficial los primeros días de mayo en la Feria del Libro de Buenos Aires, así que recién estoy empezando a pensar en la circulación. En esa inauguración, en la que estuve junto a Claudio García, director del FER, me sentí bien y lo que más me movilizó fue que se acercaron personas a charlar sobre algunas puebladas patagónicas que habían vivido y que rememoraron a partir de esa escucha. En términos generales me sentí acompañado y cómodo, y el marco que le otorga esa Feria lo hizo una experiencia fabulosa.
Por otro lado, tengo una presentación ya confirmada en un Congreso de Ciencias Sociales en el IFDC de Villa Regina, que calza perfecto para que esta obra pueda ser contada y llegue a las escuelas. En los próximos meses me gustaría presentarlo en El Bolsón y Fiske Menuco porque la historia tiene que ponerse a rodar de nuevo. Recuerdo que el último invierno pasé por el lugar exacto donde había fallecido Agustín Fernández, víctima de la represión a esa pueblada, y no hay nada, ni una pintada, mural o plaqueta. Entonces hay un trabajo pendiente de recuperar su memoria y que no quede desapercibido. Ahí vuelvo a hacer una autocrítica de mi adolescencia… no puedo creer que no me haya enterado de nada viviendo en ese lugar. Insisto en que el trabajo con la memoria tiene que ver con eso: pensar esos hechos fácticos y ver cómo opera la historia en un presente…

Presentación de “Los espejos del Rocazo” en la 49° FILBA


En “Los espejos del Rocazo”, el autor establece un juego entre pasado y presente en la conformación identitaria de la región. A través de una selección de fuentes, trabajos académicos y bibliografía específica, cruza lazos de la memoria para la construcción colectiva en torno a las puebladas de General Roca entre 1972 y 1973. O como él mismo afirma “traer al presente el Rocazo tiene que ver con recuperar algunos lazos de la memoria que tejen la identidad de un pueblo, identidad que se construye históricamente y que necesariamente, con la dinámica propia del tiempo, debe rememorar, nombrar”. En síntesis, significa desatar una disputa por el recuerdo. Nada más, nada menos.
La entrevista llega a su ocaso mientras rememoramos los tiempos cansinos que ocurren en una charla con los pobladores rurales, donde los silencios hablan y cada oración funciona diferente.
Bueno, cuídate mucho, compa”, fue el saludo antes de cerrar el chat y la charla. Sin embargo nuestra comunicación no terminó ahí: al día siguiente recibí un whatsapp con la tarea pendiente que sirve para concluir esta historia que une comienzos y finales, que inicia y termina rondando sobre los mismos temas. Ricardo tipeó:

Definición de El Bolsón.
Es difícil definirlo.
La pregunta quedó flotando.
La respuesta. Vivir en El Bolsón es un privilegio, rodeado de un entorno natural único en el que el Piltriquitrón (el piltri) está todo el tiempo presente. Vayas donde vayas, subas alguna montaña o camines algunos kilómetros, esa montaña con nombre difícil está ahí, colgada de las nubes para que no te olvides que vivís en ese valle donde la energía se palpa.
Pero no solo eso es vivir en El Bolsón. También es llegar de algún otro lugar y divisar su gente y sus costumbres.
Es un lugar plural, diverso, relajado. Tiene particularidades, como todos los lugares, como por ejemplo el horario (o el no horario)...
Es una ciudad que sigue estando vestida de pueblo.
Pero también es un pueblo grande, solidario, donde te saludas con casi todas las personas que cruzás por la calle. Y nosotros, los que vamos llegando, adoptamos esas costumbres...
Hoy hace más de 20 años que vivo en el Bolsón, y vivir es eso. Mirar el piltri, pero mirar también a lxs de al lado. Saludarse y adoptar costumbres de un pueblo que se va transformando sin renunciar a las raíces de solidaridad y afectos

Nada más queda.

Fotos: gentileza Ricardo Ramos
Ciclo Somos │ Coordinación, producción, edición: María Eugenia Aliani - Entrevista: Sebastián Carapezza

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